Balance y toma de decisiones
Cuando llegan las fiestas es común escuchar o leer que
se realizan balances de lo vivido. Ignoro el sentido práctico de esta acción.
¿Puede servir un balance hecho solo en las postrimerías del año? ¿No debieran de
hacerse esos replanteos antes y durante, y no después del periodo.
La práctica responsable del ajedréz enseña a realizar
balances a cada paso de la partida y -sabido es- incluso antes de que esta
comience. La historia guarda centenares de ejemplos en los que se ha ganado por
una toma de decisión apropiada, fruto de un balance previo de fuerzas,
posibilidades y sorpresas posibles.
http://www.tabladeflandes.com/zenon2006/fotos/Mikhail-Tal-en-1960_312.jpg
¿Será el ejemplo más famoso el de Mijail Tahl, quién hizo
jugadas malas a propósito frente a la mente estructurada de su tocayo Botwinik,
con el fin de desestabilizar su sentido del juicio y ocasión? Otro campeón que desorientó
a su rival con planteos imprevistos fue Robert Fisher. En el match de 1972, contra
Boris Spasky, Bobby jugó -en la 6º partida- una variante en la cual el ruso era
imbatible y, luego, cuando ya llevaba ventaja, una Alekine, defensa que todos
señalan como inferior.
El balance en ajedréz debe hacerse a cada paso, movida
por movida, pues es juego dinámico y dialéctico, es decir: por intervenir en él
dos mentes cambia a cada instante (imagine usted lo que será entonces hacer un
balance de la vida, en la cual los actores son miles, o millones).
Cuando se evalúa en la conciencia una posición, suelen
balancearse: el material (número y calidad de piezas), la posición ocupada por
las piezas (la capacidad de movimiento y la relación entre dichas piezas), y
los factores espacio y tiempo (el espacio es la libertad o rapidez de traslado
de las piezas; el tiempo es una relación entre el número de jugadas realizadas
y la cantidad de piezas en posición de ataque o defensa). Por supuesto, estos
son balances propios de un aficionado. Un profesional evalúa muchos aspectos
más.
Así, piense en esto durante noche vieja: si antes de
beber la última copa mira melancólico la nada, sita contra el tapial de
enfrente, apenas arriba o al costado de su interlocutor circunstancial; si,
digo, antes de echarse a la barriga esa postrera cantidad de sidra, o vino, o
champán, de seguro innecesaria a esa hora, se le ocurre, decía, hacer un
balance, olvídelo. Déjelo. No pierda el tiempo. Retorne con la vista y la mente
a los amigos y seres queridos, ría con fuerza y que se vaya al diablo el año
viejo. Que venga de una vez el nuevo, como quiera y cuando quiera. Le daremos
batalla, le plantearemos un buen enroque, unos caballos en el centro, unos
alfiles aguzados, ¡y que gane el mejor!
Garry.
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