Un Rey muy guapo
y un Elefante belicoso.
El ajedréz es juego que exige concentración, algo de
estudio y mucha enjundia. Sin cierta riqueza en las ideas los resultados se
hacen esperar. Pero es común ver a los niños más despiertos ganar partida tras
partida pues, como dice el viejo dicho, lo que Salamanca no da, la voluntad
logra.
Tan importante es la voluntad en el ajedréz –como en
la vida- que su ejercicio solo ha bastado para ganar, allí donde la posición no
lo permitía. Una anécdota famosa cuenta que Chigorín –luego campeón ruso-
jugando con un aficionado, llegó a un final de reyes puro, un final donde el
jaque mate es imposible. No dándose por vencido, tomó el futuro campeón a su
rey y lo colocó junto al rey enemigo –jugada imposible- y exclamó: ¡jaque! El
rival, anonadado, retiró su rey. Chigorín comenzó a perseguirle de este modo
absurdo, gritando jaque a cada movida imposible realizada, hasta que el monarca
del torpe quedó encerrado en una esquina. Allí abandonó el aficionado su juego
con resignación. Chigorín ha sido así el único jugador del mundo que logró
ganar gracias a la guapeza de su rey.
El ajedréz copia a la vida en casi todos los aspectos.
De hecho, aunque nació como juego de personas principales para ser entrenadas
en el arte de la guerra, ha sabido amoldarse a cada cambio social, a cada nueva
idea filosófica. Pero no nos apuremos, aún debemos aprender sobre el resto de
las piezas y sus posibilidades de movimiento.
Ya expliqué que los reyes mueven una casilla por
turno, y que jamás han de pisar casa amenazada por el rival.
Veamos hoy cómo mueven y atacan las torres,
fenomenales piezas de batalla, que en el origen del juego representaban a los
elefantes que en la India
y luego en Asia se utilizaron para la guerra. El elefante era domesticado y
sobre él cargaban una canasta. En ella iba el conductor y dos o tres hombres
armados con arco y flecha. Aquellos enemigos que no eran pisoteados por la
bestia caían bajo las saetas. Es fama que Alejandro Magno sufrió el embate de
los paquidermos cuando se enfrentó a las tropas del Persa Darío III.
Las torres del ajedréz corren por la columna y la
línea que ocupan, es decir, corren en vertical y en horizontal por el tablero,
avanzan y retroceden, y capturan a las piezas enemigas que encuentren a su
paso.
Garry
No hay comentarios:
Publicar un comentario