sábado, 2 de mayo de 2015

sábado, 29 de noviembre de 2014

Bobby Fischer

Fischer, Robert (Bobby)

Campeón del mundo en 1972.

Venció a B. Spassky. Jamás jugó como campeón.

Perdió el título en 1975 por incomparecencia ante Anatoly Karpov.

Bobby Fischer fue un jugador formidable. Se dice que su potencia radicaba en su energía y ambición, precisión táctica, preparación teórica y una pétrea confianza en sí mismo. No son pocos matices, pero en el ajedrez de elite muchos jugadores comparten dichos valores. Sucede sin embargo que cada campeón es tan bueno como los anteriores pero suma algo más, algo nuevo.

Fischer no tuvo a su padre, basó su infancia en una hermana mayor. Se supone que nunca conoció mujer, no tuvo novias y, cuando se casó, lo hizo con el objeto de obtener una nacionalidad que le brindara asilo para huir de las leyes del país natal.

Fischer es el claro ejemplo del idiota inteligente, el genio que solo sirve para una cosa. Tuvo el coeficiente intelectual más alto pero su capacidad de relación social era nula. Si no era por el ajedrez, con nadie hablaba, a ningún evento acudía. Como suele suceder con quienes padecen la autoridad paterna (por acción u omisión) de adulto adhirió a una iglesia. Ajedrez y mística, solo abstracciones para él.

Su ascenso trajo a los yanquis una esperanza pues entonces se libraba la Guerra Fría, con todo el aparato de propaganda estadounidense a favor, nada costó al mundo “conocer” y “querer” a este niño idiota. Cada radio, cada diario te inundaba con las aventuras del flaco alto que batía a los “malditos” rusos. Como un falso Quijote, enfrentaba Fischer a cada uno de los campeones soviéticos, y los vencía, porque su genio y su voluntad, como arriba dije, fueron soberbios. Es sabido que cuando alguien le ofrecía tablas, Bobby sonreía meneando la cabeza, siquiera se molestaba en contestar. Dos famas le seguirán mientras haya memoria del juego sobre la Tierra. La primera fue el modo en que llegó a ser retador de Spassky, el entonces campeón del mundo: Fischer tuvo en eliminatorias que enfrentar a Taimanov. Mark era un portento ruso, un jugador solidísimo. Fischer le ganó 6 – 0. Taimanov jamás se repuso del apaleo. En segunda instancia tuvo que enfrentar a Bent Larsen, el campeón danés, una leyenda viva. Muy pocos podían jactarse de haber ganado una partida a Bent. Fischer le ganó 6 - 0. El pánico cundió por el ejido soviético. ¿Existía el respeto y la consideración? A partir de Fischer, no. En semifinales se enfrentó a Petrosian, nuestro conocido ex campeón. Jugaron en Argentina, porque Fischer amaba el bistec pampeano. La primera partida trajo cola: hubo un repentino corte de luz cuando se decía que Tigram llevaba ventaja ganadora. Todos se retiraron a esperar que retorne el fluido eléctrico; Fischer, no; siguió sentado pensando en la oscuridad. Cuando mucho después se hizo la luz, había ya encontrado el único camino hacia el empate. Se adujo que el corte fue sospechoso.
El match contra Spassky fue pactado a 24 juegos, en Islandia, lejana tierra dónde el día y la noche dura seis meses cada una. La cantidad de anécdotas que nacieron de este evento no las agota una biblia. Que Fischer llegara a Islandia fue una odisea. Con contrato firmado se negó a jugar hasta que un particular Inglés, harto de escuchar sus tonterías, le depositó a cuenta 1.000.000 USS extra.

En la 1° partida del match, Fischer se “colgó” un alfil: EEUU 0- Rusia 1.

A la 2° partida no se presentó por otro capricho relacionado con su supuesta religión:
EEUU 0-Rusia 2.

Pidió entonces jugar la 3° partida en una sala ajena a la principal. Spassky no estaba obligado a hacerlo pero creyó que el niño se derrumbaba y accedió. Fue el error más grave de su carrera. Fischer se impuso con holgura. Los EEUU habían derrotado por vez primera en algo importante a los Rusos. El mundo occidental conoció entonces el ajedrez. Este juego de intelectuales y comunistas pasó a ser admirado por todos, hasta en África se difundía, aunque allí no hubiera para comer. Fischer, Fischer, Fischer. En Argentina transmitieron el match por radio, narraban cada jugada una vez que esta llegaba por medio de la antigua teletipo.

Esta nota debe terminar. En los diarios todo está reglado. Falta mucho por decir. Fischer cambió el ajedrez. En el futuro tal vez abunde sobre la leyenda americana pero ahora los dejo, voy leer otra vez Mis Mejores 60 Partidas, un libro magnífico escrito por el mismo genio.


Hasta el año que viene.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Boris Spassky

Spassky Boris
Leningrado 30 01 1937-
Campeón Mundial en 1966, Venció a T. Petrosian.

Estas notas de ajedrez, que recuerdan a los campeones mundiales, se complican. Vimos a luchadores portentosos como Alekine, Tal y el ya lejano Steinitz. Hombres que peleaban hasta el final, con garra sin par. Pero los tiempos pasados nunca han sido los mejores. A medida que los siglos desparraman su arena, los hombres y mujeres obtienen más conocimiento, más herramientas para expresarse.
Boris Spassky fue, otra vez, el mayor campeón jamás conocido.
Niño prodigio, candidato a maestro a los 12 años, maestro a los 16, campeón de URSS a los 19, y esto sin descuidar muchos otros placeres: natación, tenis, música, literatura: Spassky -como Tal, Smislov, Petrosian- forjó una cultura superior para sí, algo que, en occidente, es imaginario.
Pasó hambre y frío en la infancia debido a la segunda guerra pero su estado lo educó de modo que pudo formarse bajo el ala de los mejores entrenadores. Con Zak fue ultrasólido y si bien no perdía nunca, tampoco ganaba. Con Tolush se volvió un león, sacrificaba piezas y sus partidas entusiasmaron al vasto y exigente pueblo. El gambito de rey, apertura arriesgada que supone la entrega de uno, dos o más peones y pieza, fue una de sus armas colosales. Por último, con Bondaresky llegó al título máximo, gracias a un estilo completo, después de un intento fallido, contra el gigante armenio.
Pero decir que venció a Petrosian es decir muy poco si olvidamos el camino que debió recorrer en los dos clasificatorios previos al desafío final: Keres, Tal, Larsen, Korchnoy, Geller, todos vencidos por Spassky, los mejores, los top ten del ajedrez de esa época. Pocas veces… solo ahora hay tantos y tan buenos jugadores a la caza de un título.
Por supuesto, solo supimos de este raro genio cuando un botarate llegó de los Estados Unidos a golpear las puertas del dominio ruso. En aquellos días, los yankis luchaban contra los rusos en la mal llamada Guerra fría: los gobiernos latinos derrumbados por la CIA; la carrera del espacio y el hombre en la Luna; el ajedrez no quedó fuera de tal batalla. Fue entonces cuando las radios argentinas transmitieron por vez primera una partida de ajedrez en tiempo real. Un conocido periodista, caro a los autoritarismos, transmitía jugada a jugada. Eran los tiempos del telex, un engendro que lo jóvenes desconocen. Las jugadas, realizadas en la otra punta del globo, llegaban a nosotros en una especie de telégrafo sin hilos, el señor Carrizo las echaba al eter para regocijo de los fans ajedrecísticos argentinos. Hablo del match Spassky Fischer, el llamado match del Siglo, lo veremos en la última nota del año.
Cuando Boris Spassky cayó frente al genio idiota de Bobby Fischer, el peso de la máquina estatal se volvió implacable y cruel, haciéndole la vida cada vez más difícil. Los palmarés de nada valen cuando la estrella ha eclipsado su luz y “si quisiste con ternura y el amor te devoró de atrás hasta el riñón, se rieron de tu abrazo y ahí nomás, te hundieron con rencor todo el arpón”.


Garry

jueves, 31 de julio de 2014

Ajedrez Casero´s

Ajedrez Casero´s
Ayer, miércoles 30 de julio, alumnos de dos escuelas del departamento Caseros participaron en un afectuoso torneo organizado por la Escuela Nro 158 Jacinto Fernandez. El mismo festejó el aniversario del establecimiento y otorgó plaza al torneo Nacional de Ajedrez de Escuelas Primarias, a realizarse muy pronto en Mendoza.
El edificio de la escuela es hermoso, creo que al estilo de los creados o modificados por el Perón espoleado por Evita: Una cuadra de patio enmarca al edificio, los salones grandes, las paredes gruesas, las ventanas orientadas al este y al norte, por supuesto, para aprovechar el Sol en plenitud.
La amabilidad de los anfitriones ha creado ya mito: comimos mucho y muy rico, tomamos mate, café, y jugamos todo el día junto a los niños y niñas que competían.
Participaron escuelas de Venado Tuerto, Teodelina, Firmat, Chabás y Casilda.
En lo personal, fui invitado  por el coordinador del plan de Ajedrez escolar santafecino, Juan Jaureguiberri.

El Plan de Ajedrez Escolar Santafecino existe desde el año 90, sobrevivió a los años miserables acurrucado en unas pocas escuelas, e intenta ahora resurgir en la administración de los dos últimos periodos gubernativos.
En este punto, disiento con la opinión del actual coordinador, acerca de que fue el ajedrez municipal rosarino el que levantó al plan provincial de no sé qué inacción; por mi parte (y como yo muchos fuera de Rosario), hace 30 que años estoy educando en 4 localidades del sur, nunca abandoné la enseñanza, nunca dejé de ir a la escuela, aún cuando mis capacidades en otras áreas me garantizan ingresos mayores. Jamás dejé de luchar por un ajedrez comprometido con la persona, con la sociedad y con la formación del niño como actor social; a mí, jamás me verán luchar por un niño jugador de competición exigida. Antes al contrario, muchos niños y niñas tan solo exigiéndose por una formación completa y compartida. De hecho, mi blog se llama elescaquegris: ¿cuántos jugadores que sólo juegan bien saben lo que es un escaque?

El niño -en mi opinión- debe competir porque la competencia exige y gesta la voluntad y el carácter, la competencia sana eleva el alma. Pero nunca estaré de acuerdo en inclinar al niño o niña hacia niveles de alta competencia, pues estas lides crean élites y ninguna sociedad es justa cuando las tiene. Un curso alberga 30 niños, preparar a uno de forma superior implica abandonar al resto.

En este torneo, el torneo escolar de la escuela Jacinto Fernández, tuvo participación ejemplar de todos los alumnos. Ninguna discusión, todo amabilidad y sonrisas, de ganadores y no, de padres y docentes.

Les dejo las imágenes y la certeza de que fuimos felices, de que nuestros alumnos aprovecharon el día.





























domingo, 6 de julio de 2014

Mi cabeza está llena de sol...

"Mi Cabeza está llena de Sol..."

Misha Talh, a los 23 años, al ganar el candidatos 1959.


Misha quiere decir Miguelín o Miguelito, es forma cariñosa del habla rusa para dirigirse a quien se llame Miguel. Para los progres de más de cuarenta años, Miguelito remite al personaje de Quino, compañero de Mafalda, siempre preocupado por la futura adultez. Nuestro Misha nunca demostró tales preocupaciones; en cambio mostró despreocupaciones Talhes, las cuales le hicieron único.
Afable, conversador, alegre, querido como pocos, Misha no supo conducir -nunca tuvo coche, ni reloj- y jamás aprendió a manejar el dinero.
¿Cómo imaginar a un hombre en la cima del mundo que reniega de los símbolos máximos del sistema: los carros y el dinero? ¿Cómo imaginar a un campeón mundial ganando millones de pesos para dejarlos olvidados en un saco, en un hotel, en un autobús?
Por cierto, Misha tenía un ojo desviado…

Si Mijail Botwinik (a quien nadie sintió necesidad de llamar Misha) fue símbolo del poder de voluntad, del antecedente escrito y del sistema dominante; Misha fue símbolo de libertad absoluta, de improvisación incisiva y de díscola aventura. Mientras Miguel Botwinik era campeón, comía frugal, hacía deportes y estudiaba con tesón; Misha era un don nadie, fumaba y bebía, y jugaba blitz en bares de mala muerte hasta el amanecer (el Blitz es ajedrez relámpago, Talh jugaba con un minuto para su partida contra cinco minutos para los rivales, quienes caían barridos del tablero. Cuando dos maestros juegan blitz, no ves siquiera las manos, que mueven como rayos a las piezas). Mientras Miguel Botwinik vivía su sueño de campeón en lo alto de la montaña, en lo profundo de una ermita, amargado y solo como un dios a quién pocos veneran; en el valle, junto a los hilos cristalinos, rodeado de doncellas y de ninfas, saltando y cantando como un fauno, nuestro Misha derrotaba rival tras rival, acompañado por centenas de aficionados.
Tal torneo… Misha campeón; tal rival encumbrado, doctor o concertista … Misha campeón. Todos hablaban ya de un fenómeno. El Viejo-avaro-en-lo-alto le odió incluso antes de conocerle pues lo que este pibe puso en duda fue la estructura misma de su ser y no solo la corona, la cual hurtó sin respeto ni apuro, con sus consabidas jubadas “malas”.
El neófito dirá: con jugadas malas nadie puede ganar.
La cuestión es: las jugadas de Misha solo eran malas después de horas de análisis, horas que nadie podía invertir sobre la partida viva. De modo que sus sacrificios (entregas de pieza sin objeto aparente o real) consternaban a los maestros, los sumían en el desamparo y el temor de ser uno más en la lista de los derrotados mediante un blef o un error.
Este muchacho es un Ganster del tablero, dijo Vasily Smislov después de una derrota. El Genio estaba en lo alto y no quedó durante su reinado sino entregarse y verlo reír dentro de sus volutas de cigarro; reír con la voz cascada por el alcohol; reír entre los reyes muertos hasta que la parca nos lo llevara a los 56 años de edad.
Querido Misha, nunca nos agotan tus partidas, siempre reímos con ellas y cuando jugamos soñamos con imitarte.
Misha, gracias por haber vivido.

Garry